jueves, 10 de mayo de 2007

Josephine Baker dances to Juana la Cubana

La historia de Pocajú

Según el Punejé, el libro sagrado de los nativos pocajutas, unos hombres barbados zarparon hace miles de años de una tierra nevada y lejana en busca de una patria más cálida.

Los Junepé, o antiguos padres, vieron a un salmón con lengua de serpiente y comenzaron a seguirlo por creerlo un animal sagrado. Según el mito, lo siguieron por todo el océano, hasta desembarcar en las blancas arenas de la tierra que bautizaron como Pocajú, “la tierra cálida”, en dialecto pocajuta.

Hoy se sabe que los Junepé, probablemente, no eran más que un grupo de navegantes noruegos que se perdieron en el mar durante una tormenta y que milagrosamente llegaron a la isla de Pocajú y la poblaron en muy poco tiempo.

Dentro del mito genealógico de Pocajú, se dice que los Junepé al toparse con un paraje de clima y vegetación tan perfectos, creyeron haber muerto durante su trayecto y pensaban estar en el paraíso; por eso decidieron no trabajar y gozar del alimento del que la tierra naturalmente les proveyera: mangos, papayas, trompera (vegetal típica de Pocaju). Sin embargo, según las crónicas, esta creencia se desmintió en poco tiempo, cuando la enorme cantidad de fruta que naturalmente crece en Pocajú, comenzó a podrirse y la gente comenzó a enfermar.

Por esta razón, los, primeros pocajutas tuvieron que aprender el cultivo de alimentos de diferentes temporadas, de tal forma que tuvieran alimento durante todo el año.

Todo esto cambió a la llegada de los segundos colonizadores de Pocajú: un copioso grupo de latinoamericanos que en el siglo xix huía de las oleadas de pobreza que aquejaban al continente.

Jacinto Velásquez, cronista inmigrante de Pocajú y héroe nacional, cuenta en su libro “Crónica de una invasión paralela” cómo fue la gloriosa llegada de los Latinoamericanos a Pocajú.

(Estaría increíble que la voz la hiciera un viejito cubano, con voz de cronista...)

“...Y entonces pisamos la arena de Punta Rastrillo, como bautizamos a esa Playa por su arena gruesa y dura. Al bajar de los barcos escuchamos risas y grande y grata fue nuestra sorpresa al encontrar, luego de internarnos un poco en la tupida selva que estábamos en un lugar ya habitado.

Se trataba de unos aborígenes rubios, de ojos azules y barbados. Algunos de ellos eran muy blancos. Vestían reducidos taparrabos y hablaban un idioma incomprensible, que alguien, en algún momento, reconoció como Noruego, pero hablado de atrás para adelante”

Los descendientes directos de los junepé, hoy en día, son el sector dedicado principalmente a la agricultura, mientras que los descendientes de aquellos inmigrantes latinoamericanos siguen enfocando sus esfuerzos a la industria y a la tecnología.

Así fue como un el choque cultural entre dos culturas abismalmente diferentes comenzó a gestarse, para dar lugar a la gran nación que Pocajú es hoy.

El camino de los ciegos

El 18 de Enero de 1981, un carrito que vendía fruta en una de las calles principales de Jucapó explotó, cegando momentáneamente a cientos de personas a causa del chile piquín que se esparció por el ambiente.

Unas cuantas horas después, Otón Kalawi, líder de la secta “El camino de los ciegos”, aceptó ser el responsable del atentado.

Esa tarde de enero fue la primera vez que se habló de la secta.

Pero la historia de su líder se remontaba varios años atrás.

Otón Kalawi, un invidente de nacimiento, pianista y percusionista virtuoso, había grabado en 1971 un disco que la crítica consideró uno de los más importantes aportes a la música contemporánea.

El disco tenía una portada completamente negra. Se trataba del “Romance de dos notas para piano y congas”

Sin embargo, el contrato de Kalawi con la disquera no duró más que un par de meses porque, la disquera argumentó, la imagen de Kalawi dejaba mucho qué desear y por esta causa no se había vendido un solo disco y por lo tanto no era un artista rentable.

Kalawi, desconcertado, se refugió por años en la sierra Pocajuta, desde donde enviaba cartas a diferentes medios de comunicación en las que condenaba a la sociedad que lo había rechazado. Se refirió al sentido de la vista como la peor miseria humana en el mundo y en varias ocasiones se refirió a los ojos como “los infiernos esféricos que todos los hombres llevan en las cabezas sordas”.

Según muchos, Kalawi enloqueció a causa del fracaso. Pero para muchos...más de tres mil personas que hoy lo siguen...Kalawi es un Mesías de la sociedad contemporánea.

“Voz de Kalawi”

Aquellos cansados de ser vistos y no escuchados tienen todavía una esperanza: vendarse los ojos y entrar al mundo de los sonidos; un mundo menos engañoso que el mundo de las imágenes”.

Desde hace más de veinte años, El camino de los ciegos se ha responsabilizado por más de 70 actos terroristas de todo tipo: desde el lanzamiento de huevos podridos desde el segundo piso del Marajá Road, la principal vía de comunicación terrestre de Pocajú; hasta el derrame de cientos de litros de pintura negra en calles, parques, museos y cines pocajutas.

Kalawi, hoy, es uno de los diez hombres más buscados por la justicia pocajuta.

Este verano, viaje a Pocajú!


Pocajú es uno de los destinos turísticos más interesantes del Pacífico Sur. Jucapó, su capital, es una ciudad cosmopolita, pero a la vez con un sabor local que no tiene comparación con ninguna otra ciudad del mundo.

Recorra las callecitas empinadas de Jucapó a bordo de una “vaquita” ,como se conoce al transporte público, y remóntese a los años 20´s, cuando estos vehículos eran utilizados como medios de transporte de ganado y lácteos.

Camine a través de interminables callejones salpicados de cafeterías, salones de té y millones de puestos de fruta de todos tipos.

Cobíjese del sol veraniego al abrigo de los típicos alerones de las construcciones pocajutas, que además le protegerán contra la caída constante de las frutas tropicales de los árboles.

Diviértase en un recorrido por las calles de Jucapó, una ciudad en la que la gasolina es tan cara, que las banquetas corren con diferentes sentidos para dar paso a vehículos más amigables y ecológicos; patines, patinetas y patines del diablo.

Jucapó, una ciudad para todos los gustos; al norte, el exclusivo barrio de los pulidores de rubíes, al sur, el barrio de los cuentachistes, al este, el barrio de los pintores de huevos de pascua, y al oeste el barrio de los fabricantes de canastas; cada uno de estos sitios lleno de rincones, plazas y parques por descubrir.

Además, el lago Juquepe le da a la ciudad de Jucapó un clima húmedo y agradable y se convierte en el centro social en verano, pues en él es posible practicar el buceo tándem y la caza de hipocampos con arpón, además de que ofrece un hermoso espectáculo visual mientras se sobrevuela la ciudad, poco antes de aterrizar en el aeropuerto Internacional de Pocajú.

Finalmente, no puede visitar Jucapó sin hacer un recorrido de sur a Norte por el arbolado Marajá Road, la única vía terrestre que conecta todos los puntos de la ciudad, para recordarnos constantemente cómo el Marajá une a todos los sectores de la sociedad Pocajuta.

Por todas estas razones, este verano no lo piense más. ¡Visite Pocajú!

Toribio de Guzmán

En un día como hoy, pero de 1969, un joven campesino llamado Toribio de Guzmán salió de su casa paterna en la bahía de Guatananbampo hacia la ciudad de Jucapó, al norte de Pocajú.

El joven Toribio, cansado de la miseria que le impedía a él y a sus 29 hermanos poseer un objeto tan común como un balón de fútbol, recorrió más de 50 kilómetros corriendo para salir de Guatananbampo antes del anochecer. En su camino, se topó con el monumental tiradero de chicles masticados de las afueras de Jucapó.

A la mañana siguiente, Toribio había fabricado su más ansiado juguete por su propia mano, gracias a una mezcla que hizo de los chicles masticados con bolsas de plástico y otros ingredientes.

Al llegar a Jucapó, su invento comenzó a cobrar fama en los barrios marginales en los que los balones no eran tan populares, y en cuestión de meses Toribio consiguió un empleo en el buró de ciencia e industria de Pocajú. A partir de ese momento, su carrera como inventor fue en rápido ascenso y su suerte comenzó a cambiar.

Durante la década de los 80´s, Toribio impulsó fuertemente la industria pocajuta con inventos como los coolcetines, unos calcetines adaptados al cálido clima de Pocajú, que en vez de calentar los pies, los mantienen frescos, pues es sabido que durante la temporada de verano miles de pocajutas padecen de insomnio por culpa de los pies calientes, disminuyendo considerablemente el rendimiento miles de oficinas en el país.

Otro de los magníficos inventos de Toribio, fueron los novedosísimos libros para leer en la obscuridad. Gracias a un sistema de papel fotosensible y tinta fluorescente, estos libros permiten a cualquier persona leer sin necesidad de utilizar ninguna fuente de luz y, claro, sin moverse de la cama para apagar un foco.

De esta forma, la economía pocajuta se recuperó de una fuerte crisis que padecía, pues el gasto de electricidad generado por los miles de personas que a diario se quedaban dormidas leyendo, era una fuga de capital importante para el país. Además, gracias a este invento, se fomentó aún más la publicación de cuentos fantásticos y se apoyó a cientos de jóvenes escritores.

Toribio de Guzmán recibió en 1994 el Átomo de alambre; la máxima condecoración que puede obtener un hombre de ciencia en Pocajú.

Hoy conmemoramos con cariño el aniversario de su nacimiento.

La nueva ola de cine pocajuta

Desde 1951, año en el que Pocajú perdió su oportunidad de ser sede de los Juegos Olímpicos a causa de la escasa infraestructura deportiva, la frustración colectiva comenzó a migrar y a proyectarse en el arte del celuloide, y el tema central del cine pocajuta fue, curiosamente, no el romanticismo empalagoso que derretía a Hollywood, sino los deportes.

Durante los primeros años de esta moda, se crearon clásicos como “Con los puños en la frente” o “De delanteros y porteros”, filme en el que se retrata, de manera brutal y cruel, las amargas experiencias por las que atraviesa un delantero que pierde una pierna en un accidente en la cancha.

A pesar de lo redituable y amplio del tema deportivo, al cabo de 10 años, en 1961, el público y la crítica Pocajutas estaban cansados de la monotonía temática.

Fue en ese año, cuando Leire Tetelpock, contagiada por la ola de manifiestos artísticos y políticos de la época, redactó el manifiesto del nuevo cine Pocajuta en respuesta directa al uso temático de los deportes en el cine pocajuta.

Este manifiesto, el manifiesto de Ouc, tenía 7 puntos:

Procurar tocar temas individuales; los equipos y las tramas colectivas quedarían prohibidas.

Intentar tener una propuesta fotográfica diferente para cada personaje.

Jamás mostrar una carrera de autos, un balón o una persecución.

Tener, al menos, un personaje que por alguna razón no pudiera moverse.

Utilizar a actores con cuerpos poco atléticos.

Tener personajes con ocupaciones siempre diferentes. Hacer de sus ocupaciones un tema central.

Y finalmente, nunca mostrar a un personaje que se dedicara al deporte.

Gracias a este manifiesto, se desarrolló el contexto necesario para que surgieran filmes como

El amante de la peluquera que atendía a carniceros en la calle del herrero. O Yo, Claudio, emperador, poeta, cocinero y asesino, un filme que explota la complicada psicología de Claudio, un personaje con un desorden de personalidad que le obliga a tener una ocupación diferente cada día de la semana.

Esta pieza, le valió a Joao Joaolín, director y guionista, el becerro de oro de la muestra anual de Pocajú en 1981.

Hoy en día, la muestra anual de Pocajú y el cine que se produce en la isla, sigue siendo una referencia obligada para el cine de vanguardia.

Mitología pocajuta


De acuerdo con el Punejé, libro sagrado Pocajuta, hace mucho, mucho tiempo, no existía nada más que una roca gigante llamada Pocaj. Además de Pocaj, no había nada más que oscuridad y vacío. En esta roca gigante, dice el mito, existía todo lo que ahora conocemos: sartenes, montañas, el frío, el calor, los libros, las personas, los gatos, las piedras y las flautas.

Sin embargo, todas las cosas que conocemos estaban tan apretadas, que bastó el roce una brizna de polvo para que la roca explotara en un remolino, dando origen al universo y a la humanidad.

El polvo, aún hoy, juega un papel importantísimo en la cultura Pocajuta. Es considerado por los Jepeq, o antiguos ancianos, el dador de vida y la semilla de la humanidad. La descripción que se tiene del paraíso en el que habita dios, para los Pocajutas, es una inmensa fábrica de polvo, la materia prima de todas las cosas.

Hay un viejo dicho pocajuta que reza así “El que echa el polvo de su casa, maldice a quienes habitan con él”, por lo que por mucho tiempo estuvo completamente prohibido tener en casa objetos como escobas, plumeros y aspiradoras, pues eran símbolo de muerte y únicamente se les toleraba en los funerales de los altos mandatarios pocajutas.

Aún hoy, uno de los juegos infantiles más populares en Pocajú, es el juego del Polvo. Este juego, que se enseña a los niños desde muy temprana edad, consiste únicamente en correr y mover el cuerpo desordenadamente, imitando el movimiento del polvo.

En las bodas más tradicionales, aún se acostumbra barrer el polvo hacia la casa de los novios en señal de vida y fertilidad.

Literatura pocajuta

Oleadas incesantes de migrantes de diferentes coordenadas del globo terráqueo. Así fue como esta joven nación, Pocajú, se formó a lo largo de un par de décadas. Quizás esta sea la explicación de la riqueza y pluralidad en las manifestaciones artísticas de la isla. En particular, de su literatura, que además de ser una de las más variadas y vanguardistas, es una de las que tienen mayor número de exponentes a nivel mundial.

Por mencionar algunos de sus géneros, podemos hablar del Realismo Contemporáneo Pocajuta, que se ha caracterizado por denunciar, sin renunciar nunca a la estética, las brutalidades cometidas a lo largo de la historia de esta isla.


Por otro lado, los cuentos fantásticos de Pocajú son, por increíble que parezca, uno de los productos de exportación más importantes de la isla, rebasados únicamente por los rubíes y las sandías.

Pero es imposible hablar de la Literatura Pocajuta Contemporánea, sin mencionar a Eliseo Ferreira-Chang; Precursor de la Literatura Hilarante, que irrumpió con violencia en plena década de los setenta, y que se caracteriza por llevar el humor, como tema, a una belleza tal, que incluso parece contradecir las reglas más básicas del arte.

Por esta razón, Ferreira Chang jugó un papel crucial en la historia de Pocajú durante la década de los 70´s, en plena dictadura militar.

Eliseo Ganó el Premio Nacional de Poesía Pocajuta en 1972.

Encabezó la organización de Teatro Hilarante, cuyos miembros y simpatizantes se volcaron a las calles en el famoso verano del 73´ en señal de protesta y fueron cruelmente reprimidos con bayonetas lanza-canicas, bombas de olor, y baños laxantes.

Ferreira Chang, a pesar de su magistral forma de narrar situaciones humorísticas, sin caer jamás en la risa involuntaria, tuvo que dejar su país por los conflictos políticos que su literatura provocó en su isla en aquél entonces.

Se sabe que murió víctima del escorbuto, después de 7 años en el exilio y en la pobreza. Paradójicamente, su libro “Cachorros Asesinos” ha sido traducido del pocajuta a más de 30 lenguas incluida, por supuesto, la castellana.

El Marajá de Pocajú

Poco después de la colonización de Pocajú por inmigrantes de todos los países del mundo, los problemas entre los habitantes de tan variadas procedencias, credos, razas e ideologías, comenzaron a aparecer.

El ala conservadora de Pocajú que aparentemente era en tamaño insignificante y que en su, mayoría albergaba a aristócratas que emprendieron el viaje con afán colonizador, comenzó a cobrar fuerza a finales del siglo XIX, cuando se descubrieron importantes yacimientos de rubíes en las grutas vírgenes de Jucapó, al sur de Pocajú y ningún sector de la población tenía la experiencia necesaria para administrarlos y explotarlos.

Este descubrimiento ayudó el discurso de los conservadores de Pocajú, que clamaban por convertir a la nación en un Imperio. Poco tiempo después, en 1899, uno de los vástagos de la dinastía Radjalaila, de la República de Erickshatán, emprendió el viaje hacia las tierras casi vírgenes y australes de Pocajú, para tomar el mando de la nación y comenzar el impulso de la explotación de rubíes en la zona, actividad que la familia Radjalaila había llevado a cabo desde decenas de generaciones atrás.

De esta forma, la figura del Marajá de Pocajú quedó instituida en esta isla, no sin conflictos y enfrentamientos entre los diferentes sectores de Pocajú, sobre los cuales ahondaremos en otra emisión de Radio Pocajú Internacional.

La selva frutal

Según un antiguo mito pocajuta, Jepoqué, la diosa de la fertilidad, repartía por semillas de diferentes frutos, llevándolas todas dentro de una pequeña bolsa de tela.

En algunas regiones, Jepoqué tiró semillas de naranjas, en otras de sandías, y en otras de maíz.

Sin embargo, cuando llegó a Pocajú, Quipúk, su fiel perro, mordió la bolsa en la que Jepoqué llevaba las semillas, y las derramó todas sobre la región.

De esta forma, los primeros pocajutas se explicaron, por mucho tiempo, la enorme variedad de frutos que nutrían y también adornaban la zona.

Esa enorme variedad en la flora de Pocajú, hizo que en el año 1914, Thadeus van Rinjk, un biólogo holandés, creara una nueva categoría en los ecosistemas del planeta: la selva frutal, el ecosistema típico de las planicies pocajutas.

Por esta razón, generalmente, se les recomienda a los viajeros que visiten Pocajú en la temporada de marzo a julio, cuando los diferentes frutos ya han adquirido color, pero aún no han caído de los árboles. El espectáculo que da la selva completa llena de árboles frutales, bien vale la pena. Además, caminar por un paraje que ofrece todo tipo de delicias gastronómicas naturalmente hace de Pocajú un destino ideal para los turistas con poco presupuesto.

Sin embargo, la temporada turística en Pocajú desciende drásticamente en la temporada de agosto, cuando los millones de frutas que no han sido recolectadas caen al suelo y comienzan a podrirse y convierten a la selva frutal pocajuta en un lugar de alta peligrosidad por la cantidad de bacterias, virus e infecciones que pueden contraerse en un ambiente con tantas frutas en estado de descomposición.

Según los expertos, es justamente esta podredumbre la que hace del suelo pocajuta uno tan fértil, y esa es una de las explicaciones de la existencia de este particular ecosistema.

Delicias gastronómicas de Pocajú

A primera vista, la gastronomía pocajuta está influida por cocinas de tan diversos sitios, que pareciera no tener una identidad propia.

Pero es justamente eso lo que permite reconocer a un platillo típico de Pocajú: variedad en los sabores, ingredientes y combinaciones. Pero sobre todo, algo sumamente apreciado dentro de la cocina Pocajuta, es la dificultad que implica la preparación de un platillo.

Un viejo refrán pocajuta dice que “a mayor dificultad en la cocina, mayor placer en el paladar”.

El caso de las lenguas de codorniz rellenas, por ejemplo, explica el refrán por sí solo. Se dice que en la escuela de cheffs de Pocajú, se tienen los más particulares instrumentos, con el fin de rellenar estas menudas vísceras: jeringas diminutas para la salsa, saleros con un único orificio, navajas finísimas y, claro, endibias, setas y zanahorias convertidas a su más mínima expresión. Por esta razón, son el plato típico de la región y se considera de exquisito gusto ofrecerlas en bodas y funerales.

De hecho, durante el banquete de bodas del marajá de Pocajú, se dice que se prepararon y consumieron alrededor de 30000 lenguas de codorniz rellenas de diferentes viandas.

Algunos otros ejemplos de la gastronomía pocajuta es el pato ahogado en champagne, la leche de conejo y las empanadas de colibrí.

La crisis de los himnos

Es frecuente que, todavía hoy, se hable en las escuelas primarias de todo el mundo de un evento que, al paso de los años, se convirtió en una leyenda: El certamen internacional de calidad en himnos nacionales, con sede en Pocajú. En nuestro país, la trascendencia del evento fue aún mayor, ya que México resultó ganador del segundo lugar.


En 1968, el Marajá de Pocajú convocó a todas las naciones a someter sus himnos nacionales a un concurso para calificar su belleza. Este evento respondía a intereses políticos muy claros; a poco tiempo de haber asumido el mandato del país, el Marajá quería motivar a la inversión extranjera.


Sin embargo, la escasa relación que Pocajú tenía con los demás países, empeoró aún más por el concurso, pues al ganar Pocajú el primer lugar , los representantes diplomáticos de los diferentes países del mundo acusaron al gobierno del Marajá de deshonesto. Arrebatar el premio de esa manera, dijeron, era la peor señal de corrupción interna que podía haber. La situación durante la semana posterior a la premiación de los diferentes himnos se agravó aún más con las manifestaciones de miles de jóvenes que marchaban a diario en contra del gobierno del Marajá.


Afortunadamente, el incidente no desencadenó una crisis internacional gracias a la habilidad política del Marajá de Pocajú, quien con un sencillo discurso calmó las agitados ánimos.

Voz del Marajá:

“Pocajú es una nación que no tiene dentro de sus intereses ni la guerra ni la competencia desleal. Pocajú ha ganado el concurso honestamente por una razón muy simple: el himno de Pocajú, es el único con el que se puede bailar”


La única razón por la que no se desató una guerra de gran escala, fue el argumento que el Marajá dio: el himno de Pocajú es el único en el mundo, cuyo ritmo se parece más a una salsa que a una marcha o a un toque de guerra. Además, es el único que ha sido compuesto no por, uno sino por dos grandes personajes del mundo de la música, el pianista Ray González y el percusionista José “Tomasito” López, quienes, desde luego, abogaron por la paz durante la crisis diplomática del 68.

De dónde salió la idea?

Queridos pocajutas:


Acabo de descubrir que el nombre de Pocajú tiene su origen en la serie animada Don Gato, en particular en el episodio en el que aparece el “Marajá de Pocajú”; un personaje que regala rubíes a todo el que se le acerca.

De alguna manera, la PKJU es también una caricatura de formato radiofónico. A partir de la recreación de una isla inexistente, la ficción y el humor son una constante en el programa.

La exageración de la fertilidad del suelo pocajuta, la gastronomía increíblemente barroca, la predisposición de este pueblo a la práctica musical y las mezclas culturales que rayan en lo paródico son la materia prima del contenido del programa.

Qué es la PKJU?

La Radio Internacional de Pocajú, cuyas siglas son la PKJU, se transmite, supuestamente, desde una isla localizada en algún punto impreciso del Pacífico Sur, y funciona a manera de una radio pública que transmite a más de 45 países en más de 35 idiomas. De ahí que la estética sonora del programa sea un híbrido entre el sonido de la radio de onda corta, Radio Reloj (de Cuba) y el aspecto añejo y oficialista de la BBC; la PKJU busca dar la impresión de ser una estación captada casi por accidente. En el programa transmitido en México se sugiere a todo momento la “importación” del programa desde Pocajú, dando la idea que lo que se escucha en México es la retransmisión de una señal originada en la isla.

El formato de dos horas con locutores diferentes y la convención que se establece en cada emisión es lo que da pie a que durante las transmisiones de la PKJU converjan diferentes personajes: locutores, entrevistados, músicos, científicos. De la misma manera, a lo largo del año de transmisión que tiene el programa, la mitología creada alrededor de la isla ha crecido exponencialmente.

A continuación, un poco de información básica sobre la isla y la transmisión de la PKJU

“La República Independiente de Pocajú es una isla de 30000 kms. de extensión y 80000 habitantes. Su moneda oficial es el Carcará y el idioma oficial es el Pocajuta, una lengua particularmente interesante, pues se formó a principios del s. XIX, cuando inmigrantes de todos los países, en particular de los latinoamericanos, comenzaron a poblar esta isla.

Por esta razón, no sólo la similitud del Pocajuta con el español es notable, sino también la similitud entre las culturas de nuestras naciones. Pero, a pesar de esto, pocas noticias se tienen en occidente de éste país austral; de no ser por una mención hecha en una caricatura de los años 60, en la que se hacía una parodia ligera de la bonanza económica por la que la isla atravesó con la explotación de los yacimientos de rubíes, en nuestro país no tendríamos ningún referente de ésta nación Por todo esto, el Ministerio de Cultura de Pocajú, en colaboración con Radio Pocajú Internacional traen para ustedes este programa, en exclusiva en México, a través de ibero 90.9.”

Descrubriendo Pocajú...

Quiero compartirles mi último hallazgo en el cuadrante, que es, al mismo tiempo, la razón de ser de este blog. Se trata de un programa radiofónico que se transmite todos los sábados de 11 a.m. a 1 p.m. a través de ibero90.9 f.m (www.ibero90.9radio.com).

Pocajú busca ser un escaparate para la música tradicional y mestiza de las diferentes regiones del mundo; en especial las alejadas de los epicentros angloparlantes que dominan el mercado. En las dos horas de programación es posible escuchar todo tipo de instrumentos, ritmos, géneros, idiomas y formatos, seleccionada bajo la premisa de tocar “música inusualmente diversa”.

La primera hora del programa, está cargada de música de las regiones más alejadas de nuestro país: Asia, Oceanía, África y Europa. Durante la segunda hora la programación se inclina más por los ritmos latinoamericanos.


Escuchen este programa, se llevarán una gran sorpresa.