jueves, 10 de mayo de 2007

La crisis de los himnos

Es frecuente que, todavía hoy, se hable en las escuelas primarias de todo el mundo de un evento que, al paso de los años, se convirtió en una leyenda: El certamen internacional de calidad en himnos nacionales, con sede en Pocajú. En nuestro país, la trascendencia del evento fue aún mayor, ya que México resultó ganador del segundo lugar.


En 1968, el Marajá de Pocajú convocó a todas las naciones a someter sus himnos nacionales a un concurso para calificar su belleza. Este evento respondía a intereses políticos muy claros; a poco tiempo de haber asumido el mandato del país, el Marajá quería motivar a la inversión extranjera.


Sin embargo, la escasa relación que Pocajú tenía con los demás países, empeoró aún más por el concurso, pues al ganar Pocajú el primer lugar , los representantes diplomáticos de los diferentes países del mundo acusaron al gobierno del Marajá de deshonesto. Arrebatar el premio de esa manera, dijeron, era la peor señal de corrupción interna que podía haber. La situación durante la semana posterior a la premiación de los diferentes himnos se agravó aún más con las manifestaciones de miles de jóvenes que marchaban a diario en contra del gobierno del Marajá.


Afortunadamente, el incidente no desencadenó una crisis internacional gracias a la habilidad política del Marajá de Pocajú, quien con un sencillo discurso calmó las agitados ánimos.

Voz del Marajá:

“Pocajú es una nación que no tiene dentro de sus intereses ni la guerra ni la competencia desleal. Pocajú ha ganado el concurso honestamente por una razón muy simple: el himno de Pocajú, es el único con el que se puede bailar”


La única razón por la que no se desató una guerra de gran escala, fue el argumento que el Marajá dio: el himno de Pocajú es el único en el mundo, cuyo ritmo se parece más a una salsa que a una marcha o a un toque de guerra. Además, es el único que ha sido compuesto no por, uno sino por dos grandes personajes del mundo de la música, el pianista Ray González y el percusionista José “Tomasito” López, quienes, desde luego, abogaron por la paz durante la crisis diplomática del 68.

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