jueves, 10 de mayo de 2007

Toribio de Guzmán

En un día como hoy, pero de 1969, un joven campesino llamado Toribio de Guzmán salió de su casa paterna en la bahía de Guatananbampo hacia la ciudad de Jucapó, al norte de Pocajú.

El joven Toribio, cansado de la miseria que le impedía a él y a sus 29 hermanos poseer un objeto tan común como un balón de fútbol, recorrió más de 50 kilómetros corriendo para salir de Guatananbampo antes del anochecer. En su camino, se topó con el monumental tiradero de chicles masticados de las afueras de Jucapó.

A la mañana siguiente, Toribio había fabricado su más ansiado juguete por su propia mano, gracias a una mezcla que hizo de los chicles masticados con bolsas de plástico y otros ingredientes.

Al llegar a Jucapó, su invento comenzó a cobrar fama en los barrios marginales en los que los balones no eran tan populares, y en cuestión de meses Toribio consiguió un empleo en el buró de ciencia e industria de Pocajú. A partir de ese momento, su carrera como inventor fue en rápido ascenso y su suerte comenzó a cambiar.

Durante la década de los 80´s, Toribio impulsó fuertemente la industria pocajuta con inventos como los coolcetines, unos calcetines adaptados al cálido clima de Pocajú, que en vez de calentar los pies, los mantienen frescos, pues es sabido que durante la temporada de verano miles de pocajutas padecen de insomnio por culpa de los pies calientes, disminuyendo considerablemente el rendimiento miles de oficinas en el país.

Otro de los magníficos inventos de Toribio, fueron los novedosísimos libros para leer en la obscuridad. Gracias a un sistema de papel fotosensible y tinta fluorescente, estos libros permiten a cualquier persona leer sin necesidad de utilizar ninguna fuente de luz y, claro, sin moverse de la cama para apagar un foco.

De esta forma, la economía pocajuta se recuperó de una fuerte crisis que padecía, pues el gasto de electricidad generado por los miles de personas que a diario se quedaban dormidas leyendo, era una fuga de capital importante para el país. Además, gracias a este invento, se fomentó aún más la publicación de cuentos fantásticos y se apoyó a cientos de jóvenes escritores.

Toribio de Guzmán recibió en 1994 el Átomo de alambre; la máxima condecoración que puede obtener un hombre de ciencia en Pocajú.

Hoy conmemoramos con cariño el aniversario de su nacimiento.

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