jueves, 10 de mayo de 2007

La nueva ola de cine pocajuta

Desde 1951, año en el que Pocajú perdió su oportunidad de ser sede de los Juegos Olímpicos a causa de la escasa infraestructura deportiva, la frustración colectiva comenzó a migrar y a proyectarse en el arte del celuloide, y el tema central del cine pocajuta fue, curiosamente, no el romanticismo empalagoso que derretía a Hollywood, sino los deportes.

Durante los primeros años de esta moda, se crearon clásicos como “Con los puños en la frente” o “De delanteros y porteros”, filme en el que se retrata, de manera brutal y cruel, las amargas experiencias por las que atraviesa un delantero que pierde una pierna en un accidente en la cancha.

A pesar de lo redituable y amplio del tema deportivo, al cabo de 10 años, en 1961, el público y la crítica Pocajutas estaban cansados de la monotonía temática.

Fue en ese año, cuando Leire Tetelpock, contagiada por la ola de manifiestos artísticos y políticos de la época, redactó el manifiesto del nuevo cine Pocajuta en respuesta directa al uso temático de los deportes en el cine pocajuta.

Este manifiesto, el manifiesto de Ouc, tenía 7 puntos:

Procurar tocar temas individuales; los equipos y las tramas colectivas quedarían prohibidas.

Intentar tener una propuesta fotográfica diferente para cada personaje.

Jamás mostrar una carrera de autos, un balón o una persecución.

Tener, al menos, un personaje que por alguna razón no pudiera moverse.

Utilizar a actores con cuerpos poco atléticos.

Tener personajes con ocupaciones siempre diferentes. Hacer de sus ocupaciones un tema central.

Y finalmente, nunca mostrar a un personaje que se dedicara al deporte.

Gracias a este manifiesto, se desarrolló el contexto necesario para que surgieran filmes como

El amante de la peluquera que atendía a carniceros en la calle del herrero. O Yo, Claudio, emperador, poeta, cocinero y asesino, un filme que explota la complicada psicología de Claudio, un personaje con un desorden de personalidad que le obliga a tener una ocupación diferente cada día de la semana.

Esta pieza, le valió a Joao Joaolín, director y guionista, el becerro de oro de la muestra anual de Pocajú en 1981.

Hoy en día, la muestra anual de Pocajú y el cine que se produce en la isla, sigue siendo una referencia obligada para el cine de vanguardia.

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